Joaquín y Beatriz.

Imagen: An Bystrowska

Todos los que escuchábamos los comentarios de Joaquín, nos sentíamos prendados de su historia de amor con Beatriz. Él le profesaba amor eterno, inspirando incluso, a que muchos nos preocupáramos por nuestras mal tenidas relaciones. No fue hasta que empezamos una conversación estúpida, en el bar de siempre, cuando Joaquín comenzó a tomar conciencia de lo que le había hecho. Gustavo hablaba de su gusto por los modelos clásicos de automóvil, tipo Citroneta y Renoleta. Julián sin querer desvió la conversación, argumentando que a él no le gustaban los compromisos a largo plazo, por lo que optaba por el Lada, en cualquiera de sus modelos. Finalmente con una alegría auspiciada por varias cervezas, escuchamos a Joaquín agregar: “Tuve una experiencia reciente, con un Cuore del 82”.

Nuestras miradas se dirigieron a él, sin disimular la sorpresa. Por su parte Joaquín las recibió con espanto. “Sí, fue una experiencia hermosa que me llena de culpas, no puedo conciliar el sueño, y me esfuerzo para que Beatriz no note mi cambio de actitud” dijo lamentándose.

Fue como un balde de agua fría, recibir esa noticia. El único ejemplo de fiel amor que conocía, lo había perdido ¡Maldito Joaquín!