lunes, 27 de agosto de 2007

Azul

Tenía 3 o 4 años de edad, mi mamá tuvo que salir y mi papá sacó el premiado de cuidarme, sin embargo era domingo, jugaba la “U”. Mi papá tuvo dos opciones: quedarse en casa conmigo y escuchar el partido por la radio o verlo en el estadio, conmigo. Esa simple situación marcó mi destino, el primer día que fui al estadio no sabía que gritar y gritaba “laur”, mi papá me corrigió bruscamente: “La U”. Desde ese día me hice compañera de mi padre en sus visitas al estadio, ubicándonos en el “Block J”. El partido en si, no lo miraba, sin embargo me encantaba el color del pasto, las camisetas azules de los jugadores, las graderías, el marcador, las luces cuando oscurecía, etc. todo era tan nítido y limpio, comparado a como se veía por televisión, mirar el entorno, ya era un espectáculo en si mismo. Era los tiempos del “chico” Hoffens, Sandrino Castec, Ramos, entre otros. Mi actividad como hincha se limitaba a subir y bajar la gradería, comer maní tirando las cáscaras al suelo (cero conciencia ecológica), esperar el entretiempo para el helado y ver si mi papá salía contento, igual o triste del estadio; dependiendo del desempeño del equipo. Cuando perdía la “U” me daba la impresión que los ojos de mi papá se humedecían, obviamente debe haber sido el humo de los cigarrillos fumados por algún espectador sentado a nuestro lado pero esa sensación hizo que mi hincha interior se gestara. Para mi desgracia, la “U” era más mística que desempeño, digo desgracia pues con mi primo, que era como de mi edad y además “colocolino”, siempre las discusiones deportivas se ganaban por mi lado, socavando su pequeña masculinidad: “Ivancito es mujer”, único argumento que me permitía finalizar la discusión sintiéndome feliz por búrlame de él, no por ganarla verdaderamente.
Mis visitas al estadio se hicieron más habituales y llegué a tener la indumentaria completa de un hincha mascotín, mirar las fotos que tengo de niña, ahora adulta me hacen apreciar cuanto necesité un hermano, mi hermano nació recién cuando yo tenía 24 años, en el segundo matrimonio de mi padre. Con los años mis idas al estadio se hicieron esporádicas, después de celebrar el torneo de 1994, cuando por primera vez EN MI VIDA la “U” ganaba el campeonato Nacional (el último Título databa de 1969), luego los Títulos fueron más habituales (1994, 1995, 1999, 2000, Apertura 2004) Posteriormente, después del ’94, fue como un misión cumplida, la “U” ya no me necesitaba tanto (¿?) como cuando bajó a segunda división en 1989 y también gracias a varios incidentes con barristas, mis visitas al estadio se estancaron (el estadio ya no era el mismo) y deje de incentivar a mi hijo. Él por su parte comenzó a preocuparse del fútbol europeo y argentino, pero más temprano que tarde la enfermedad se hizo patente y el azul se hizo su color predilecto. Ayer luego del clásico con la UC, le comenté: Hijo no estarías amargado ahora (UC: 2 U:1), si tu entorno cercano no hubiera sido de la “U”, es decir si yo hubiese sido colocolina, tu sensación sería distinta.
Si mamá, pero quién quiere ser colocolino.
Buena respuesta. (Bingo)
Aunque suframos, el cielo siempre será azul, azul, azul.

7 comentarios:

Daniel. Te invito a visitar http://eldeportero.wordpress.com dijo...

En mi casa son todos de la U, salvo 2 excepciones. Mi madre (hincha de la UC) y yo (hincha del Albo TriCampeón, jaja). Sabes? Yo no voy nunca al estadio, ni siquiera a los partidos que no son de alto riesgo. Creo que hoy los individuos que están en las barras han confundido el futbol. Creen que el equipo rival es casi un enemigo, que el futbol es una guerra en la cual todo vale. No se respeta al que gusta de un equipo distinto. Mientras eso no cambié ni amarrado voy al estadio.
Saludos

Jaime Ceresa® dijo...

Vero..sólo puedo limitarme a decir..mi más sentido pésame...

Saludos de un cruzado.-

Cuídate.-

Moncho® dijo...

Mi caso es súper loco, mi padre es del colo-colo y yo le salí chuncho....

Ahora mis hijos son del Colo y mi papá me dice que la venganza a sido pagada...

ja ja ja ja ja

PD: saldremos campeones...!!!

Preto dijo...

En el último párrafo lo rescataste super bien: una cosa es el entorno y los hinchas por influencia del entorno son como los bautizados, que les imponen la tonterita cuando todavía no son capaces de elegir. Pero luego vino la convicción de tu chicuelo: "sí, mama, pero ¿quién quiere ser colocolino?" Y eso es como la confirmación, es la que de verdad vale. Y sea bueno o malo hacerse hincha -con toda la discusión que pudiera generar-, tú lograste hacer hincha a tu niño.

Yo le tengo simpatía al "otro" club, pero nunca he llegado a la etapa de dar respuestas como la de tu niño. Me quedé en la etapa de hincha por entorno no más.

Así que supongo que tengo que felicitarte... :D

Tes bien.

Héctor Ojeda dijo...

Mucha razón, el cielo siempre será azúl, pero, los cerdos no pueden ver hacia arriba, jamás lo entenderán... Ja-ja.

Un abrazo azul como el cielo eterno.

Héctor.

psichodelyka dijo...

hola:
jajaja que buena la historia, primera vez que leo toda la historia del porqué a un equipo de futbol. yo no tengo identidad futbolera...
muy entretu blog.
saludos!!

Alejandra dijo...

Qué linda tu historia... tan niñita que te gustaba el fútbol. Te debe traer montón de recuerdos ver a un simple jugador del pasado. A mí no me gusta ningún equipo, pero hablando colorísticamente, si me hacen escoger entre blanco y negro y azul, me quedo con el último... de hecho, ando buscando una blusa azul... saludos.


De Quino
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