Ahí estaba ella, como siempre en la esquina. Por lo general me miraba con cara de asco o me ignoraba. Casi como haciéndome un favor, respondía a mi saludo, y lo peor: cambiaba los precios a su real antojo, obviamente perjudicándome. Su trato era humillante, lo que extrañamente aún me importaba, los últimos estertores de dignidad se imponían a mi apremiante necesidad. Fue por eso que hace tres semanas, decidí borrarla, así como se descartan los fósforos usados, y caminar veinte calles más en busca de otra opción. Me mantuve firme y diariamente caminé en contra del tiempo, con frío, viento o lluvia; alentándome con la satisfacción de que ella notaria la falta de mi visita diaria.
Hoy, lamentablemente no pude eludir una reunión de directorio, contando con los escasos 15 minutos del Coffee break para comprar, por lo que debí acudir nuevamente a ella. Me acerqué a la esquina, aún no me había visto,
— Buenas tardes — dije.
— ¡Muy buenas tardes! — Respondió, como quien saluda a un amigo muy querido. — ¿Lo mismo de siempre? agregó.
—Pero… ¿a cuánto?, la última vez me cobró diez mil por la dosis más pequeña— Consulté sin poder disimular mi debilidad adicta.
—No se preocupe Mijo, el día de hoy el grande cuesta diez mil.
Hoy, lamentablemente no pude eludir una reunión de directorio, contando con los escasos 15 minutos del Coffee break para comprar, por lo que debí acudir nuevamente a ella. Me acerqué a la esquina, aún no me había visto,
— Buenas tardes — dije.
— ¡Muy buenas tardes! — Respondió, como quien saluda a un amigo muy querido. — ¿Lo mismo de siempre? agregó.
—Pero… ¿a cuánto?, la última vez me cobró diez mil por la dosis más pequeña— Consulté sin poder disimular mi debilidad adicta.
—No se preocupe Mijo, el día de hoy el grande cuesta diez mil.
3 comentarios:
Conozco a un dealer que no es esquivo ni tampoco cobra. Extrañamente, todos pasan por delante de él y lo ignoran; o lo que es peor, ni siquiera se dan cuenta de que está ahí. Yo lo observo desde lejos, con algo de desprecio, lo admito; pero también con algo de tristeza, y quizás... con una secreta admiración. No estoy seguro qué es lo que trafica en realidad. Algún día me atreveré a preguntárselo.
Oye, oye chica extraviada
amé el burrito ese.
Felicitaciones... ¡GANASTE!
http://callesperdidas.blogspot.com/2009/07/and-honesty-price-goes-to.html
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